Lo más perjudicial serían las infecciones ocasionadas tanto en la piel como en las uñas. Comerse las uñas daña la piel que rodea los dedos, lo que deja expuestas pequeñas heridas; estas aberturas permiten la entrada de bacterias y virus, lo que puede causar infecciones en la piel como la paroniquia, también llamada uñero, una inflamación dolorosa de los tejidos alrededor de la uña. El pliegue ungueal manifiesta inflamación con destrucción de la cutícula y ocasionalmente con supuración. En algunos casos graves puede necesitar tratamiento médico-quirúrgico. Las bacterias son comunes en las manos y pueden aprovechar cualquier rotura en la piel para causar problemas de salud.
Otro problema son los problemas dentales. El acto repetido de morderse las uñas ejerce una presión considerable sobre los dientes, lo que puede causar un desgaste prematuro. Los dientes frontales están más expuestos al daño, lo que puede llevar a fracturas dentales o astillamiento del esmalte. Además, la alineación de los dientes puede verse afectada, especialmente en aquellos que usan ortodoncia, ya que puede interferir en el proceso de corrección dental.
También puede transmitir gérmenes. Las manos están en contacto con superficies que pueden estar contaminadas, desde llaves hasta pantallas de teléfonos móviles. Y al llevar las manos a la boca, las personas que se muerden las uñas aumentan significativamente el riesgo de llevar bacterias y virus a su organismo. Esto puede derivar en infecciones gastrointestinales u otras enfermedades como las llagas, diarreas, resfriados y gripes.
Un grave problema de comerse las uñas es que se puede ocasionar un daño grave en las uñas y en el crecimiento de ellas. El hábito de morder las uñas puede afectar gravemente su crecimiento. Las uñas dañadas tienen más dificultades para crecer de forma adecuada y en algunos casos pueden perder su forma normal. Esto sucede porque el daño constante en la matriz de la uña, la parte de donde crece, puede provocar deformidades permanentes. En casos graves, algunas personas que se muerden las uñas de manera compulsiva pueden llegar a sufrir de pérdida de las uñas o que éstas crezcan de manera irregular.
Un factor importante puede ser de origen psicológico. La onicofagia está asociada a problemas como el estrés, la ansiedad o el aburrimiento. Muchas personas se muerden las uñas como una respuesta automática a situaciones de tensión sin ser plenamente conscientes de ello. Con el tiempo, este hábito puede volverse compulsivo y difícil de controlar, lo que a su vez genera más ansiedad, creando un círculo vicioso. Es muy común, por ejemplo, cuando estás viendo una película o serie y la trama te crea interés y ansiedad, y te acabas mordiendo las uñas sin darte cuenta. En algunos casos, comerse las uñas puede ser un signo de trastornos psicológicos más profundos como el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). De acuerdo con la Asociación Americana de Cicatrización, aunque no todas las personas que se muerden las uñas desarrollan un trastorno mental, en muchos casos este hábito forma parte de un espectro más amplio de comportamientos repetitivos relacionados con la ansiedad.
Algunos psicólogos relacionan este hábito con la autoestima. El aspecto físico de las manos puede verse afectado por este hábito, ya que las uñas mordidas suelen presentar un aspecto poco estético. La piel alrededor de los dedos puede verse enrojecida o agrietada, lo que puede llevar a las personas a sentirse avergonzadas de mostrar sus manos en público. Esta disminución en la autoestima puede influir negativamente en la vida social y profesional de la persona. Y finalmente, la relación con el trastorno de alimentación pica.
En algunos casos extremos, morderse las uñas puede estar relacionado con este trastorno, conocido como pica, en el cual las personas tienen deseos persistentes de comer sustancias no alimentarias como tierra o cabello. Aunque no es lo más común, en estos casos el hábito de comerse las uñas puede llevar a ingerir fragmentos de las mismas, lo que puede causar problemas digestivos o incluso bloqueos intestinales si se acumulan en el sistema digestivo.
Las consecuencias físicas, como las infecciones y el daño dental, sumadas a las implicaciones psicológicas como la ansiedad y la baja autoestima, muestran que la onicofagia debe ser tratada con seriedad. Si bien romper el ciclo puede ser difícil, existen terapias y técnicas como el uso de esmaltes amargos, hacerse la manicura o ponerse uñas postizas para impedir o al menos reducir este hábito tan problemático de morderse las uñas.
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